Aunque en la actualidad es muy fácil y muy común dar invitaciones para las personas cercanas como amigos y familiares con las que deseamos compartir nuestros momentos más importantes en la vida, hace muchos años era muy extraño recibir un papel con la información de algún evento social… Vamos a pensar que estas en la Edad Media (1401-1500), vas camino a la plaza del pueblo y de repente… escuchas a alguien que propiamente grita unas palabras :
Antonieta Lázaro y José Morales se casan mañana a las 11:00 am en la Iglesia Principal….
Y justo allí te das cuenta: ¡acabas de ser invitado a la boda!… Que gran noticia…
La manera de invitar era totalmente distinta, el analfabetismo no permitía que muchas personas pudieran comprender los escritos, así que un pregonero se encargaba de anunciar por todo el pueblo o ciudad la unión de quienes deseaban casarse. Con cartel en mano pregonaba en voz alta los nombres de los contrayentes, el lugar y hora donde se casaban. Solo bastaba escuchar la información para ser un invitado. En otros casos eran los mismos novios quienes de puerta en puerta se encargaban de decirle al pueblo entero.
Las primeras invitaciones escritas y formales estuvieron a cargo de los monjes que sabían del arte de la caligrafía, y a quienes la nobleza y la aristocracia realizaban sus pedidos. Pero aun así requerían de gran dedicación y no era un servicio que cualquiera podía solicitar.
El gran momento ocurrió con el nacimiento de la imprenta, que redujo los tiempos de reproducción logrando mayor cantidad de copias. Así que surgió una nueva modalidad en el periódico, donde se colocaban pequeños anuncios que invitaban a las bodas. Fue en 1600 aproximadamente que se popularizo utilizar medios escritos para hacer invitaciones, y el trabajo de pregonero, ya no fue necesario…
Aunque hoy en día existe una tendencia de invitaciones que tratan de simular este estilo de Edad Media
Luciernága Tarjetería 